Sexología

CISTITIS POSCOITAL

CISTITIS POSCOITAL

La cistitis poscoital, también conocida como «cistitis de luna de miel», es una infección del tracto urinario (ITU) que ocurre comúnmente en mujeres entre 24 y 72 horas después de la actividad sexual.

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Este fenómeno afecta a cerca del 50% de las mujeres sexualmente activas en algún momento de sus vidas, especialmente durante periodos de mayor frecuencia de relaciones sexuales o cuando hay un cambio de pareja, lo que puede aumentar el riesgo de exposición a nuevas bacterias.

¿Por qué el sexo puede causar cistitis?

La causa principal de la cistitis poscoital es el trauma físico durante el coito. Durante la penetración, el pene puede irritar tanto la uretra como la vejiga, facilitando que bacterias, particularmente Escherichia coli (E. coli), que comúnmente habitan en el tracto gastrointestinal, migren hacia el tracto urinario. Esto se debe a la proximidad anatómica entre el ano, la vagina y la uretra en las mujeres. Además, el uso de lubricantes, espermicidas o algunos métodos anticonceptivos como los diafragmas pueden alterar el equilibrio de la flora vaginal y facilitar la proliferación bacteriana.

Síntomas de una infección urinaria en mujeres

Los síntomas típicos de una infección urinaria, incluyendo la cistitis poscoital, son los siguientes:

  • Dolor o ardor al orinar.
  • Necesidad frecuente de orinar, a menudo con pequeñas cantidades.
  • Sensación de urgencia para orinar incluso cuando la vejiga está vacía.
  • Presencia de sangre en la orina (hematuria).
  • Dolor o presión en la zona baja del abdomen o la ingle.

Estos síntomas pueden aparecer rápidamente después de las relaciones sexuales y suelen ser molestos, afectando la calidad de vida y las actividades cotidianas de las mujeres afectadas.

Prevención de la cistitis después de las relaciones sexuales

Para reducir el riesgo de desarrollar cistitis poscoital, se recomienda seguir una serie de medidas preventivas:

  1. Hidratación adecuada: Beber mucha agua ayuda a mantener el tracto urinario limpio y facilita la expulsión de bacterias a través de la orina.
  2. Orinar antes y después del sexo: Este hábito es esencial para expulsar cualquier bacteria que pueda haber ingresado a la uretra durante la actividad sexual.
  3. Evitar ciertos métodos anticonceptivos: El uso de anticonceptivos como los diafragmas o espermicidas puede aumentar el riesgo de infecciones urinarias, por lo que se recomienda discutir opciones con un médico.
  4. Uso de lubricantes: Los lubricantes medicinales y de base acuosa pueden reducir la fricción durante el sexo, disminuyendo la irritación de la uretra y vagina.
  5. Higiene adecuada: Es importante mantener una correcta higiene íntima, lavando los genitales de adelante hacia atrás para evitar el arrastre de bacterias del área anal hacia la uretra.
  6. Consumo de arándanos rojos: Algunos estudios sugieren que los arándanos rojos o sus extractos pueden prevenir la adhesión de bacterias como E. coli a las paredes del tracto urinario, aunque la evidencia aún es limitada y no concluyente.
  7. Evitar ropa ajustada: Usar ropa interior de algodón y evitar prendas ajustadas ayuda a mantener la zona genital seca y ventilada, reduciendo el riesgo de infecciones.

Últimos avances sobre la cistitis poscoital

En los últimos años, se han explorado nuevos enfoques para tratar y prevenir la cistitis poscoital. El uso de probioticos para restaurar el equilibrio de la flora vaginal y los avances en la medicina personalizada, que incluyen tratamientos antibióticos preventivos en dosis bajas, han sido algunas de las estrategias discutidas. Sin embargo, los profesionales de la salud están haciendo hincapié en la importancia de encontrar tratamientos que minimicen el uso de antibióticos para evitar la resistencia bacteriana. Las nuevas investigaciones también se enfocan en el papel del microbioma vaginal en la prevención de estas infecciones, sugiriendo que mantener una flora vaginal sana puede ser clave para evitar la recurrencia.

En resumen, la cistitis poscoital es un problema de salud frecuente, pero con las medidas preventivas adecuadas y los avances en tratamientos, es posible minimizar su impacto y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.

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